lunes, 9 de septiembre de 2013

Dos balas de plata

Dos balas de plata

Dicen por las villas que en las noches de plenilunio se le escuchaba dar alaridos parecidos a los aullidos de los licántropos
se le escuchaba gritar hasta enmudecer 
como aquella noche que perdió la cordura al ver los dos cuerpos en el lago

Otros aseguraban haberla visto desplazarse suspendida entre las lapidas de los amantes
sin tocar la tierra 
sin arrastrar sus alados pies por el polvoriento suelo 
abriendo las mismas para con mantas recién tejidas en seda arroparlos
evitando que los gusanos siguieran carcomiendo la piel de estos

Aquella noche de luna llena
ella vestía de carmesí y negro
sus tacones de charol rojo
anunciaban sus pasos a lo lejos 
eran los que usaba para encender la rueda al desplazar su curvilíneo cuerpo en el fandango y el jaleo
mientras que su macho daba saltos y piruetas acelerando el juego del himeneo 

¡Ah! No contaba nadie con la llegada de la más codiciada todas las rameras
la que se jactaba de haber tragado el virgo de casi todos los jovenzuelos de la aldea
hizo entrada triunfal en la taberna 
y con su sonrisa escarlata y eterna 
pidió un vaso de ron añejo y pidió permiso para que bailar le dejaran en la rueda 

Silencio sepulcral hubo por unos segundos 
más un viejo bandoneón comenzó a llorar desde la esquina izquierda 
dos golpes dio en el piso la famosa mezalina y levantando su falda dejó ver sus piernas bien formadas 
se unió el violín y el cajón también
la joven de carmín y negro se acercó al cuerpo de la mujer
y como en una batalla de espartanas
estas dos por el cuerpo del mismo hombre se enfrentaban 
ganando como todos pensaron la amada del amado 

Se fueron todos desapareciendo de la taberna 
dejando sólo al dueño, el bandeonero y la ramera
"Oye Julio, sírveme la última copa de ron, que me voy tranquila por la vereda."-dijo con la misma sonrisa encantada y bullanguera
"Que no será la última mujer
que aún me queda mucho ron para ti
y para mi verte mi Lorena seductora y bella
siempre es un placer
que esta es la penúltima
mañana morena linda
veremos otro amanecer."- contestó el dueño de la taberna 
Lorena la bebió de un sorbo y contestó
"Ya veremos viejo mío
que esta noche trae luna roja
y me traerá mucho placer"

Salió la mujer solitaria por las calles ya calladas
los faroles encendidos 
y el sereno le sonrió al verla cruzar por la plaza
Iba directo a su pensión 
a la casa de todas esas muchachas 
las mandó a despedir a todos los que estaban allí 
que esta noche sería sólo para sí 

Tres de la mañana 
hora más oscura de la noche
se escucha un caballo a lo lejos galopar con furia y prisa
entra de un golpe al establo de la casa de las muchachas esas
y el garañón no quería quedarse quieto 
como sí supiera algo que la luna escondía en su rojo pecho 

Entró el amado de la amada hasta el bodoir de la Lorena
y sin mediar palabra alguna rompió el vestido que cubría el cuerpo de esta
el fuego se sentía hasta las habitaciones de las otras rameras 
que no perdían tiempo en escuchar lo que sucedía a través de las paredes de su jefa

No se hablaban
no necesitaban palabras para saber lo que querían 
como no sí ella lo había estrenado en esto de los amores de brujería 
lo había atado a los pilares de la cama 
sin piedad el pecho le mordía 
y cuando el logró soltar las amarras
tal cual al salvaje garañón la domó
cuerpos rendidos sobre el sudor de ambos
salivas mezcladas logrando un éter de letargos 
y ella encendió un puro y se lo pasó

A lo lejos se escuchaba otro galopar 
unos tiros al aire despertaron al pueblo
desnudos ambos montaron el garañón
fugándose hacia el bosque 
alejándose del pueblo
pues el padre de la amada se enteró del consabido misterio

En el lago
ya no les dio tregua 
un padre celoso, orgulloso y humillado 
con dos balas de plata los mató
echando luego los cuerpos inertes al agua

De la amada desde esa noche nada se sabe
sólo lo que las gentes de las villas cuentan en esas noches estrelladas 
dicen que decidió vivir con los lobos en las cuevas 
y salir en los plenilunios 
a ver los cuerpos corroerse en sus lapidas 
a pesar de las mantas de seda que ella teje con cuidado
para evitar que los gusanos sigan corroyendo sus cuerpos 

Viento Serena
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