Sentada al borde de la cama
Justo al frente de la ventana
La preciosa muchacha
Sus bellas trenzas peinaba
Sus manos parecían de lino
Los ojos oscuros como su instinto
Piel blanca, casi nevada
Rojos como escarlata son sus labios
Boca de dama enamorada
Volaba entre las nubes
Aprisionada estaba su alma
El hastío la había entumecido
La rutina de su perfecta vida
Robaba la alegría de sus latidos
Buscaba la correcta manera
De vivir alguna aventura
No encontraba alguna
Ninguna
No existe maneras correctas
Para vivir una diablura
Piano, opera, teatro
Ballet, pintura, te
Cenas, almuerzos
Desfiles y bailes
En su pecho revienta un por que
Lentamente
Cabizbaja
Va descendiendo por la escala
En la sala la esperaba
Un caballero de conciencia
De repente
En la lejanía cercana
Se escucha un canto color esperanza
Aromas a especias y olibano
Un fuego se enciende en los jacintos
El estruendo de las carretas
Las tramposas carcajadas certeras
Y un silbido sin igual
El silbido de ella...
Ya en la sala
La bella Susana tomaba una copa de jerez
Los demás no se percataban de su idílica existencia
La música se acercaba y aceleraba
Las carretas ya hacían su entrada a la comarca
El rito de acomodar las carpas apenas comenzaba
En solo dos horas
La hoguera estaría ardiendo en ceremonia
Un sudor frío y cristalino
Golpeo de la blanca ninfa el ombligo
Sus pies sintieron la premura
Sus caderas se encendieron en anchura
Salió al balcón
Desde donde a lo lejos los avisto
Eran ellos
Abril primero
Los gitanos la comarca invadieron
Esa noche noctambula la Susana
Pesadillas de insomnio
Recorrieron su caverna
Mientras sonaban las guitarras, castañuelas y tambores en la jarana
No durmió
Sonó el tambor
Despertó
Alba...
Salió de la casa blanca
Vestida de seda francesa
Sandalias planas
Color cereza
En la cabeza un sombrero
Adornado con violetas
Solo un pensamiento
Sus ojos le queman
No entraría al convento
Pasaría de el
Escribiría de esto un cuento
A orillas de la senda siniestra
En el riachuelo sereno y vivo
Desnuda refrescaba su cuerpo ella
Prohibida y ajena
Perla
Alucino los ojos de la virgen bella
Cuando se percato de su dulce presencia
Le sonrió tiernamente
Vistió sus ropas calientes
Le lanzó un beso
Que cayo en su frente
"Ay mi damita bella
Que hace usted sola en estas fronteras
No se ha percatado
Que esos villanos han llegado?"
Sonrió nuevamente
La gitana perversa
Acto seguido
Puso una flor en su melena
Tartamudeo la joven mujer
No supo que contestar
Mucho menos como actuar
Sin embargo ella
Entendió el vacío de su mirada
Le extendió su diestra mano
La llevo a las carretas de sus camaradas
Ya en el campamento
Ambas mujeres hablaban a sus anchas
Mientras las viejas ron caliente
En sus copas echaban
Susana se soltó las trenzas
Dejando caer una madeja de rizos
Sobre su espalda aun cubierta
Fue entonces cuando a Perla
Se encendió en su demencia
Aventura buscaba Susana
Perla a Susana
Aventura le ofrendaba
La tomo nuevamente de la diestra
Casi a empellones la llevo a su carreta
Le quito el traje de princesa muerta
La vistió con sus faldas
Blusas y collares perlas
Pinto en sus ojos una raya negra
Haciendo que sus noches
Brillaran etéreas
Amarró un nudo en su melena
Dejando su espalda desnuda ante las hienas
Le enseño a moverse descalza entre las piedras
A usar las castañuelas
A bailar encima de la hoguera
Vertió una fragancia bruja en sus senos
Le entregó un puñal
El que amarro a sus muslos de hierro
Ya estaba lista
Susana estaba preparada para la rueda
Al salir de la carreta
Los gitanos perdieron la inocencia
Dos mujeres se acercaban
Flotando en el viento de sus barbas
Una morena como la pimienta
La otra
La otra blanca como la niebla
Pero las dos eran la misma ventisca
El mismo aire con sabor a problemas
Bailaron toda la noche
Susana había perdido los reproches
Se había enfrascado entre loas y pasiones
Se olvidaba por completo de sus ancestrales cortes
Perla la observaba extasiada
Compasión le había nacido
Por la frágil y débil muchacha
Le había prohibido
A sus amantes cautivos
Acercarsele a la ninfa
Ni tan siquiera a un cantio
La protegió de todos ellos
Hasta del jefe de los silbidos
Dejo que se divirtiera
Le azuzo el fuego de su caldera
La subió encima de la gran mesa
Rompió su falda
Dejo ver de ella
Sus blancas caderas
Bailó, bailó, bailó
El sol las madrugó
La gitanilla blanca despertó de su inconsciencia
Se asustó mucho cuando encontró su cuerpo desnudo en la caseta de Perla
Vistió rápido sus sobrias ropas
Beso la frente de la perversa
Dejando en su gaveta
Una diadema de esmeraldas
Que llevaba en su cartera
Al vuelo de los pájaros mañaneros
A su presente pretérito
Cabizbaja y muy satisfecha
De su aventura gitana
A su ordenada existencia volvió
Al abrir sus lumbreras
Perla se percato del destierro de la desilusión
Pero al abrir su gaveta
La hermosa diadema encontró
La misma que desde entonces en sus tropiezos
Hasta el sol de hoy
Perla para siempre con ella
Su rizada y nocturna melena adornó
Lala 2010
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