Alcyone y Perla, la gitana
Lluvia tóxica y cósmica
Borbotoneante liquidez de las atmosféricas aguas
Sales aromáticas acarician mi ombligo
Avivando los balcones mustios
De mi olvidado amor arraigado
Flotando en una nube frágil de olas
Alcyone desciende con su dulce elixir de feromonas rojas
Alterando los pulmones de los felinos recalcitrantes
Ojos foráneos apuñalan su garganta
Metaforizando las garras que hacen nudos
En la cintura de la nostálgica diosa
Amarrando a su piel suave y tersa
Unos dedos que le aman pero le deliciosamente le queman
Acorazonado vientre viperino
Repleto de ciegas luciérnagas
Que braman cual ciervos en busca de agua
E n el noctambulo desierto
Gárgolas jadeantes hipnotizadas
Alucinadas por las feromonas enrojadas de Alcyone
Entonan un gregoriano que hace eco
Retumbando en las tumbas de Espartaco
Rasgando los velos que separan
Las constelaciones del universo
Sentada sobre una estela de plata
Perla puñal de esmeralda en mano
Por la nostálgica diosa esperaba
Los tropiezos cúbicos de sus destiempos
Desesperaban las ansias de la perversa gitana
Abrió un hueco en la palma izquierda
Sangrando sus hechizos y aromas de
Azúcar, miel y canela negra
Mirada de truenos y oscuros estruendos
Su alma enfurecida hasta la locura
Quería enfrentarse ante las pasiones fugaces
De la diosa y sus criaturas hombrunas
Sabía sin conocerla sabiéndola
Que Alcyone había puesto un precio
Por las manos de su amado poeta
Ella, cual perfecta gitana ajena
Había echado suerte en sus cartas
Había entrampado sus letras
Despojó de mil entuertos las gavetas de su carreta
Soltose su nocturna melena
Liberando los rizos de la tortura
Perfumó en gardenias sus pies
Avivó con vivo carbón su enlutada hoguera
Ahí, frente a frente
Mujer contra diosa
Diosa enraizada a la matriz de la mujer
Dispuestas al más cruento duelo
Por los dedos del poeta
Decidieron escucharse una a la otra
Dando oportunidad a lo sinceros versos
Fundiéndose en una por las líneas de su poema
Perla, reconociendo la supremacía de la nostalgia
Besó la fragancia que expedía su bata
Pidiéndole que comenzara a cantar sus palabras sagradas
Tejiendo sus conjuros con sus aromáticas gracias
Alcyone…
Desnudó su alma
Desgarró su bata
Se cubrió con las hojas de parra
Contó a la mortal sus angustias oscuras
Lloró lágrimas de rubíes
Al recordarse de su fugaz encuentro
Bañabase en el Delta,
Justo en la cuenca roja
El poeta se acercó sin mirarla
Estaba absorto
Flotaba en las sentencias de sus letras
Los suspiros de la mortal diosa naufragó
Aspirándola de continuo
Con un rayo de platino
En su pecho se escondió
Dejó su aroma impregnado en el alma
Sus feromonas le obsequiaron sin pudor
Al mezclarse unas con otras
Fresco olor a maderas y algas de mar
El mortal hombre desde ese encuentro
De su cuerpo de fuego exudó
Llanto de desgarramiento
Dolor profundo
Oscuro dolor de amor
Alcyone sus pulmones lloraba
Amaba y amaba
De amor se embriagaba en opio
Buscaba aplacar el odio del dolor de la pasión
La gitana…
Por unos instantes sintió compasión
Se levanto de la estela plateada
Un pañuelo con olor a violetas le ofreció
Enjugó las de Alcyone lágrimas
Entrenzó su cabellera endiosada
En la etérea frente un ósculo moro plasmó
Perla la invitó a la carreta
El collar a Alcyone, de perlas entregó
Le mostro el primer verso que le escribió
Le mostro el tatuaje de ensueños
Hasta un rizo en sangre le obsequió
A Alcyone la estrategia de la mortal le confundió
Segura estaba que en su amabilidad
Algo la hechicera bella tramaba
Aun así aceptó las ofrendas todas
Hasta vino de cerezas con la gitana fermentó
La tarde caía
El sol se acostaba
La luna danzaba
Las estrellan cantaban
Los gitanos encendieron la rueda
Cante jondo por todos lados se escuchaban
Era el tropiezo perfecto para el plan
Maléfico plan de la siniestra
La diosa alucinaba con los fogosos bailes
Y trucos del misterio de los moros
Sable en mano la gitana danzaba
Vestía de negro rojizo
Una perla negra pendía de su largo cuello
De sus caderas ocultas sacó unos polvos del destierro
Los sopló al viento
Conjugando unos versos enmudecidos y ciegos
Todo se paralizó a su alrededor
El fuego avivó en descontrol
Se acercó a su rival diosa
Con el sable al inmortal pecho señalaba
Su corazón palpitaba
Sus manos precisas
Temblaban como la brisa
Sus lumbreras se ahumaban
Una corriente eléctrica
Por su espalda tropezaba
No, no pudo
Sus vísceras la traicionaban
Decidio entonces a la diosa
De su hechizo liberarla
Nostalgia, Mi Nostalgia anhelada
Despertó del sueño oscuro
Entendió las intenciones del maldito conjuro
Sabía como ninguna otra
Madre de los dioses del amor olvidado Al contrario de la mortal
Decidió a la rival la vida perdonar
Antes de marcharse a su bóveda celestial
Unas palabras dispuso cantar
“Perla… Gitana bendita y ajena
Eres mujer muy bella
Muy bella mujer
Eres amante perpetua
No tengas miedo de mí
El me lleva en sus adentros
Cuando estés en sus manos
Solo siente el olor de su pecho
Madera fina
Es el olor de mis espinas
Lástima me das tú
Mujer maldita por mi vida
Solo existirás en los versos
En sus versos como la de los dioses homicida”
“Ay gitanilla triste y centrífuga
Quisiste quitarle a esta nostalgia la vida
Nunca pasarás de ser para el
Solo un sueno en sus misterios
Yo sin embargo
Con mi nostalgia y enrojadas feromonas
Lo embriago, lo poseo
Y como diosa inmortal
Eternamente lo inmortalizo y amo”
Fueron las últimas palabras sentenciadas
Por mi Nostalgia anhelada a la gitana
Se devolvió a la ola de nubes
Con una sonrisa pecadora
Centellas, estruendos y relámpagos
Circundaron de Perla la carreta
El sable en el suelo observaba quimérica
Sus entrañas retorcían la conciencia de la moral cautiva
Ríos inundaron la faz de la esclava de las letras
Con un canto jondo del pecho
A su alma en pena consoloba
Viento Serena
(Lala©2010)
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